B&W CM10 s2

Las marcas, sobre todo la que más abunda en revistas, se ha adaptado más que a buscar la excelencia, a adaptarla a las necesidades del cliente potencial, que desde luego y de media, no vive precisamente en chalets de 300m2, sino de 80 y con mucha suerte. Y en esa virtud se han lanzado a confeccionar cajas caras y bonitas que quepan en un habitáculo promedio. 

Ya B&W no fabrica en UK (¿para qué, si en China es más barato?), pero tampoco lo hace Camper y tantas otras marcas que damos por hecho que siguen fabricando en su lugar de origen, pero no. De todas maneras, se ve que el departamento de calidad sigue al pie del cañón. Un punto favorable es que a día de hoy una caja tan pequeña pese lo que pesan estas: 33 kgs/unidad. Acostumbrado a que una caja de estas características no llegue a pesar más de 20 kgs, es todo un avance. Que incluso puede que esté relleno de plomo para aparentar, pero pensemos que no (y si sigue la duda, será fácil desentrañarlas).

Suenan bien, pero para esos sitios faltos de espacio. Para estos lugares que son para los que están ideadas van bien. Muy bien. Perfectas, incluso. Los graves incluso subiendo el volumen no se desmadran, controlando una barbaridad esas frecuencias bajas. El medio es amplio, limpio, nada granuloso (diferencia crucial con respecto a sus abuelos de la gama Matrix) y sobre todo creíble. El agudo me sorprendió, porque ya no suena como aquella cerda a punto de morir en los primeros diseños Nautilus. Está lleno de detalles, pero sin que llegue a machacar en ningún momento el oído incluso en largos períodos de escucha. 

Pues sí, son caras, made in China y montan conos pequeños, pero suenan bien y para aquel que quiera escuchar música con alta calidad y no tenga un lugar lo suficientemente grande o acústicamente tratado como para montar una fiesta para 20 invitados van geniales, pero claro... a este precio tendrán una competencia atroz.

Por aquí les dejo un vídeo sonando con un vinilo magnífico de Tony Allen y Huge Masekela: Rejoice.