La acústica: la gran ignorada. Parte I.

¡Cómo se repite esta historia! Aficionados que invierten/gastan (al gusto, oiga) ingentes cantidades de dinero en cacharrería, pero luego olvidan invertir (ya aquí no entra la duda relativa al "gasto") en material acústico una modesta cantidad en comparación. Lo mismo ocurre con una correcta ubicación de las cajas/oyente en la sala de turno. Entiendo que en alguna ocasión tenga que ver el factor de "no hay otra opción" o la que suele ser la más socorrida en esos foros por los que ya no navego: "mi mujer no me deja". Señores... el divorcio siempre es una alternativa, no lo olviden. 

Ya con la sala terminada y el equipo sonando -de aquella manera, pero sonando-, en un espacio más grande y donde se suponía que tendría que sonar a años luz de donde acostumbró a sonar alguna vez (aquí una prueba de las cajas en una sala de 18m2)


... Lo cierto es que sí, que sonaba mejor (por el espacio), pero no. Así no es como debería sonar un sistema de tal octanaje. 

Pues bien, recapitulando: sala terminada estructuralmente, tocaba ir a por adecentar el interior. Por supuesto y hasta entonces, el sistema de micro, portátil y software de EQ seguía haciéndose indispensable. Me hizo compañía durante tantos años que creí que formaría parte intrínseca del sistema, fuera el que fuera, estuviera donde estuviera. 

La cosa estaba así 


... y era evidente que buscaba algo parecido a esto, ya puestos


... O incluso a esto




Concretamente me gustaban mucho los paneles que marcas como Vicoustics o GIK (modelos primos hermanos a ojo de mal cubero) tienen en el mercado, pero mi gozo se fue directamente al pozo de la desilusión al comprobar que los precios de tres o cuatro paneles estaban a años luz de los que había supuesto para literalmente forrar la práctica totalidad de la sala. Los problemas habían comenzado antes del primer paso al frente. 

Opté, entonces, por intentar hacerlos yo mismo, pero... ¿por dónde empezar, sin conocimientos, ni herramientas? Pronto pensé en Elan Musk, quien se hizo a sí mismo y se me pasó. 




Previamente a este paso, no quiero saltarme una entrada a lo loco que aconteció en un acondicionamiento marciano a la carrera a base de tupir de absorbente la sala, lo cual dejó los graves en su justa medida, pero mejor no hablemos de ninguna de las frecuencias que iban de los 100Hz hacia arriba. Resumo rápido diciendo que en cualquier momento pasado las cajas sonaron varias veces mejor. 

Después de la mala experiencia absorbente, opté por alternar un cociente entre absorción y difusión, pero adelanto que tampoco fue de mi agrado, si bien la cosa mejoró (sonaba a locutorio de radio, sin el más mínimo atisbo de viveza tímbrica) al retirar un buen porcentaje de material netamente absorbente. Lo estaba teniendo cada vez más claro: debido a que el pladur y sobre todo a que detrás de él yacían innumerables placas de lana de roca del grosor más ancho encontrado, opté por hacer un 90% de difusión por un 10% de absorción que residiría en cualquier caso en zonas no centrales del techo de la estancia. ¿Por qué?, ¿porque me dio por ahí? No, no; el ensayo/error fue predominante, unido a lo que siempre he querido que impere: que mis oídos decidan, por encima de unas medidas cuantificables previas NECESARIAS para acercarse a la "perfección" tan imperfecta que reside en nuestra particularísima manera de entender, disfrutar y sentir el sonido grabado. 

- Que al final impere nuestro gusto subjetivo habiendo calibrado previamente con elementos medibles -

Después de haber copiado a mano alzada y sobre una cartulina de 60x60 cms (ya que iba a imitar algo, lo hice a escala 1:1, sin miserias) el dibujo aproximado de uno de los paneles de referencia (recuerdo que el lote de 4 unidades se montaba en 600 euros, portes aparte), lo que tocaba ahora era ver de qué manera podría hacer unos cortes con cierta calidad y limpieza. Entretanto, vi un vídeo en YouTube donde un manitas se hacía para sí unos paneles de exactamente el doble de largo que los que estaba pensando y olvidé por unas semanas el formato pequeño para adentrarme en algo así:

https://www.youtube.com/watch?v=GiM3KI-tkmM&t=149s

Por supuesto mis paneles iban a ser pegados a las paredes (el espacio cuenta, amigos), por lo que el formato de caja cerrada como el que aparece en el vídeo no sería la opción a tomar en consideración, por lo que los dejé como esas cajas con transductores libres y totalmente a la intemperie. Aprovechando las medidas del coleguita del vídeo, empecé a trabajar con los cortes, lo cual me llevó una eternidad y con una máquina con menos potencia que un cepillo de dientes eléctrico. Fue agotador y por un momento empecé a entender el por qué de los precios de los fabricantes. 

  

 


Y aquí una imagen previa a rematar los laterales en negro mate, laterales que a la postre no serían visibles al conectar unos paneles con otros. 



    La cosa finalmente acabó con unos acabados aceptables y acústicamente, aún sin estar colocados de una manera ni seria ni definitiva, empezó a entrar en la zona deseada: el cambio acústico era dramático, aunque de momento no puedo decir que a mejor ni a peor, pero era un gran punto de partida, porque lo que quería era encontrar cambios audibles evidentísimos, libres de toda cuestión. Ya tenía el puzzle con 1.500 piezas sobre el suelo: ahora tocaba montarlo... y habían demasiadas piezas azul cielo quasi-idénticas. 

Los paneles, que finalmente fueron seis, resultaban visiblemente grandes, con perforaciones grandes y notaba que aún siendo sobre todo difusores en base al área de impacto del sonido, seguían absorbiendo más de lo que me gustaría. Aquí fue cuando ya no hubo vuelta atrás y volví a mi idea inicial de los paneles pequeños, con dentelladas sobre el contrachapado más finas y pequeñas. Le había abierto sin querer la guerra sin cuartel a la absorción. 

Retomé mi cartulina de 60x60 y proseguí imitando a mano alzada los agujeros, el largo y grosor de los mismos, de uno de estos paneles de marca con la imagen fija en la pantalla del ordenador.  No fui capaz de ver ningún esquema en la red, pero... ¿quién encuentra la fórmula de Coca-Cola? Pues eso. Mientras lo hacía, no me explicaba cómo era posible que se cotizara tan alto unos pocos metros de espuma al corte y contrachapado de 3mm. Finalmente hice un dibujo que más o menos se asemejaba al modelo y ahora tocaba lo difícil. ¿Cómo darle forma a la chapa?

Después de buscar alguna carpintería en la localidad, di finalmente con una que se lanzaría a echarme una mano... aunque no tenían mucha idea ya que, para resumir, se trataba de una empresa de brocha gorda y esta encomienda iba radicalmente con otro enfoque. Nada más llegar a la empresa, la máquina con la que me encontré fue esta, con casi 40 años de vida y del tamaño de dos tráilers:


Los primeros intentos de generar el diseño en el programa que parecía hecho en una mezcla de BASIC y MS-DOS no pudieron resultar de otra manera: desastrosos. No salía ni un sólo panel entero. En la foto aparecen los resultados menos malos, por no hacer más leña del árbol caído.


Después de varias intentonas y de malograr tableros enteros, la cosa empezó a tomar forma:




 

 

Con respecto a la esponja, la cosa fue más sencilla. ¿El problema? Que tenían de todos los colores menos en negro de alta densidad. Después de esperar no pocas semanas, finalmente pude conseguirlos y seguí trabajando en ellos.



Un poco de cola y varias horas de secado lograron un pegue perfecto. Ya estaba todo listo para empezar a trabajar qué zonas serían las más apropiadas, aunque después de haber jugado varias semanas con más o menos material, y en vista de que estos paneles absorbían muy poco con respecto a los otros utilizados, la decisión fue un poco radical: forré la sala completamente de estos paneles. Cuantos más colocaba, tanto más agradable tornaba el sonido, sin sensación de pérdida de matices, ni tímbrica, ni ecos, sonidos que más fácilmente desaparecen cuando te pasas con elementos absorbentes. En ese momento caí en que si las salas no se tupían literalmente de elementos acústicos no era porque fuera peor, sino porque económicamente no sería viable... ni estético en una sala de estar de una casa normal. Si bien el grosor de los paneles de marca se mueve entre los 5 y 6 centímetros, opté por 3 centímetros para atenuar con el exceso algún problema de absorción extra.

















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